Espiritualidad ignaciana

Mié noviembre 29th

Con la vida del Beato Bernardo F. de Hoyos (provincia de Valladolid, 1711- ibid., 1735) nos ponemos de frente a la de un jesuita muy joven (muere a los 24 años), terco, vanguardista y sujeto al tiempo al reconocimiento del valor de la herencia recibida.

De este rasgo destacado en los inicios de su vida religiosa podemos comprender más tarde el que será su mayor “legado”: la difusión de la devoción al Sagrado Corazón por España, que llega con vigor hasta nuestros días y se derrama sin fronteras. Pionero a la vez que administrador de un don recibido de su propia experiencia mística y el descubrimiento de la vida de santa Margarita María de Alacoque y de su confesor, el también jesuita san Claudio de la Colombière, primeros difusores de la devoción. Profundamente enraizada en la espiritualidad afectiva de los Ejercicios de san Ignacio de Loyola.

El beato Francisco de Hoyos es modelo de virtudes en amor al Señor, que lo hizo vivir sin demora, humildad en el servicio a empresas mayores que las del propio deseo y cuidado a la responsabilidad de ser instrumento del Señor, gastando su vida en facilitar la comunicación del Señor con sus criaturas, alimentado en su propia experiencia.
Y en todo, mostrándose sin miedo conducido por el afecto al Señor: “Veo mi corazón que en todo se mueve hacia su Dios, como el hierro atraído del imán. A Dios sólo quiere, a Dios sólo busca, por Dios sólo aspira...” ... ver másver menos