Mi nombre es Andrés. He sido alumno en un colegio de la Compañía de Jesús desde los 4 años a los 17 y siempre he mantenido una estrecha relación con los jesuitas, por lo que la Espiritualidad Ignaciana es algo que llevo dentro de mí desde el primer día que pisé las aulas de “mi colegio”. Hace cuatro años sentí el deseo de hacer los ejercicios espirituales ignacianos, aunque mi limitación era disponer de días concretos para hacerlos. No sé cómo pero llegué a la web (quizás el Espíritu Santo y las ganas de estar con Dios en todo momento): www.espiritualidadignaciana.org y vi la posibilidad de hacer los Ejercicios en modalidad online, siguiendo cuatro itinerarios en la vida cotidiana.
Uno decide hacer un itinerario, terminarlo o dejarlo a mitad de camino. Pero si buscas a Dios en cada minuto del día, la fuerza del Espíritu te llevará a seguir haciendo los cuatro itinerarios, porque llega un momento que ese rato de oración diario forma parte de tu vida y sabes que ya no hay vuelta atrás. Sentía algo de miedo por si podría compaginarlos con mi actividad laboral, pero lleno de ilusión, me decidí embarcar en esta apasionante aventura de orar al modo de San Ignacio. Me ha sido muy fácil seguir cada itinerario a través de las fichas disponibles en la plataforma Moodle: ejercicios.espiritualidadignaciana.org que proporcionan pistas para la oración diaria. Lo iba “sintiendo y gustando”, haciendo oración, que una vez a la semana compartía con mi acompañante a través de Skype. Poco a poco, la metodología iba formando parte de mi vida y esa oración que antes hacía “a mi modo”, se convirtió al “modo de San Ignacio” y he aprendido a ser un poco más “contemplativo en la acción”. Todo el proceso me ha sido muy llevadero, con desiertos y oasis (como la vida misma), cada etapa me ha fortalecido la fe, pero he ido creciendo como persona cristiana que ha encontrado en la espiritualidad ignaciana la fuerza para peregrinar.
En todo el proceso, a lo largo de estos cuatro años, nunca he estado solo. He tenido la compañía de mi acompañante. ¡Un compañero de camino que me ha ayudado, guiado y siempre acompañado!. Todo lo hablado y compartido queda en total confidencialidad, como si de una confesión se tratase.
¿Qué se necesita para hacer los ejercicios espirituales ignacianos?. Tener unas ganas locas de enamorarse de Dios, cada día, un poquito más, dejarse llenar de espíritu de Dios, dedicar cada día un tiempo, un espacio y una forma para hacer oración. Y a partir de esta experiencia saber y sentir que nada volverá a ser igual y que en nosotros queda la semilla que hemos de cuidar para que nazca y de frutos. Cultivando nuestro interior para poder servir más y mejor a nuestros hermanos.